Si al observar la Luna a simple vista nos llama la atención la presencia de manchas en diferentes tonos de gris, estas regiones oscuras permiten darnos cuenta del accidentado pasado que tuvo la superficie de nuestro único satélite. Las áreas más claras son más altas y más antiguas, lo cual representa el 85 por ciento de la superficie lunar, mientras que las áreas más oscuras son las regiones más bajas y más jóvenes. Y al estudiar la superficie lunar con telescopios y tras analizar las fotografías obtenidas por los astronautas y las sondas lunares, se aprecian miles de cráteres de diferentes tamaños, formas y profundidades, así como elevaciones y otras grandes formaciones geológicas. Su estudio ha permitido a los astrónomos desentrañar la historia de la Luna.