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LA DIVINA COMEDIA CANTO I

15. Parte 15

 

 

"Y una loba que en su delgadez parecía llena de todos los apetitos y había causado ya la desgracia de mucha gente, me dio tanta pesadumbre con el espanto que su vista provocaba, que perdí la esperanza de alcanzar la cima". Es el tercer pecado, la avaricia, la codicia, y desde el punto de vista político representa al Vaticano. Cuando Dante habla de lujuria y orgullo, él se siente lujurioso y orgulloso. Pero cuando habla de avaricia se debe a que en su vida chocó muchas veces con la avaricia de la gente. Si bien fue ayudado durante su destierro, no lo hicieron notar, hirieron su sensibilidad. Tradicionalmente se dice que la loba es la avaricia, pero también simboliza la concupiscencia, la insaciabilidad. La loba representa el pecado de querer atesorar, poseer, agarrar. El pecado acá es el exagerado arraigo a las cosas terrenales. Dos elementos plásticos traducen esta insaciabilidad: la delgadez, la figura del hambriento (el lobo siempre está hambriento), y la idea de la mirada de la loba que causa pavor, esa mirada posee una fuerza que contrasta con la extrema flacura del animal. La loba está repleta de ansias y hasta podemos decir que le enflaquece el ansia de poseer más. Se devora todo lo que tiene y continúa con ansias de algo más. La loba no engorda porque interiormente la pasión la quema. A muchos ha hecho miserables, a los que rodea, a los que les ha sacado y también a los propios avaros. Así el pecador cuando adquiere lo deseado, quiere más y más, nunca logra la paz. La avaricia lleva al sufrimiento, a la tristeza. El hombre vive ansioso de cosas terrenas, quiere saciarse con cosas que no sacian.