LO HUMANO Y LAS CULTURAS
3. Texto de José Pedro Barrán
TEXTO DE JOSÉ PEDRO BARRÁN (uruguayo)
“La muerte de los otros implicaba para sus deudos formas de fiesta: el estar en comunidad y no solos; el ocio y no el trabajo; la abundante comida y no el ayuno; el abuso de la bebida y no la abstinencia; la exhibición y no el ocultamiento; en el velorio de los niños, el baile y los requiebros amorosos, y no la quietud, el silencio, y la contención impuestas al cuerpo y la sexualidad; el nexo entre muerte y alegría y no la identificación absoluta de la muerte con lo majestuoso, lo triste y lo respetable.
En los velorios, los amigos y parientes eran invitados con mates amargos y dulces, chocolate con bizcochuelo, puchero, etc., todo regado, sobre todo en campaña, con “libaciones” de caña (algunos de los alimentos ofrecidos dependían, claro está, de la categoría social del difunto). En muchas ocasiones, después del sepelio, los asistentes eran invitados a comer a la casa de duelo o a un almacén próximo, al grado que, en enero de 1841, el rico comerciante Mateo Magariños invitó a los funerales de su esposa Manuela H. de Cerrato con una “esquela” que llamó de “convite”. Las concurrencias eran tan numerosas, las reuniones tan amplias, que las familias de clase media debían pedir a sus vecinos desde sillas hasta loza para cumplir con este servicio”.