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PRIMERA SALIDA DE GREGORIO

7. Parte 7

Como si quisiera ver mejor a Gregorio, inclinó la cabeza, mas contradiciendo su propósito retrocedió sin tino, olvidando que detrás suyo estaba la mesa puesta para el desayuno, sobre la cual se apresuró a sentarse. Parecía no darse cuenta de que junto a ella el líquido de la cafetera volcada chorreaba sobre la alfombra. –¡Madre, madre! –dijo Gregorio en voz baja mirándola de abajo arriba. Por un instante el encargado se le borró de la mente; en cambio, no pudo privarse de abrir y cerrar varias veces sus mandíbulas en el vacío al ver el café que chorreaba, lo que motivó un nuevo grito de la madre que huyó de la mesa para echarse en los brazos del padre que corría a su encuentro. Pero Gregorio no podía perder tiempo con sus padres. El encargado estaba ya en la escalera y miraba por última vez la escena con el mentón apoyado en la baranda. Gregorio tomó impulso para alcanzarlo, pero el otro debió de sospechar algo pues bajó de un salto y desapareció. Y aún se sintió un grito que resonó en el hueco de la escalera. Por desgracia, esta fuga pareció trastornar por completo también al padre que hasta entonces se había mantenido relativamente sereno, pues en lugar de correr tras el encargado, o, por lo menos no impedir que Gregorio lo hiciera, agarró con la diestra el bastón del encargado –que este abandonó sobre un sillón junto con el sombrero y el sobretodo–, tomó con la izquierda un periódico voluminoso de encima de la mesa y, golpeando el suelo con los pies y blandiendo bastón y periódico, se dispuso a hacer retroceder a Gregorio hasta el interior de su cuarto.