DE LA RESTAURACIÓN A LA HEGEMONÍA EUROPEA
6. Ante el industrialismo y sus consecuencias
Ante el industrialismo y sus consecuencias
28.- “No tengo más ropa que la de mi trabajo: algunos pantalones y una chaqueta rota...Arrastro las vagonetas bajo tierra a lo largo de media legua, ida y vuelta. Las arrastro durante once horas diarias con la ayuda de la una cadena atada a mi cintura. Las heridas que tengo en la cabeza me las he hecho descargando vagonetas. Los hombres del equipo al que estoy atado trabajan desnudos, salvo el casco en la cabeza. Algunas veces cuando no soy rápido, me golpean.” (Manifestaciones de un niño trabajador de doce años. En Lazo, A. Revoluciones del mundo moderno.)
29.- “Me situé en la calle Oxford de Manchester y observé las riadas de obreros en el momento en que abandonaban las fábricas, a las 12 en punto. Los niños tenían casi todos mal aspectos, eran pequeños, enfermizos; iban descalzos y mal vestidos. Muchos no aparentaban tener más de 7 años. Los hombres, de 16 a 24 años en general, ninguno de ellos de edad avanzada, estaban casi tan pálidos como los niños. Las mujeres eran las que tenían apariencia más respetable, pero entre ellas no vi ninguna que tuviese un aspecto lozano, o bello. Vi, o creí ver, una estirpe degenerada, seres humanos mal desarrollados y debilitados, hombres y mujeres que no llegarían a viejos, niños que jamás serían adultos saludables. Era un triste espectáculo” (Turner Thakrah. Informe del médico 1831)
30.- “Betty Harris, 37 años; me casé a los 23 años y solo después bajé a la mina. No sé leer ni escribir… Arrastro las vagonetas de carbón y trabajo desde las 6 de la mañana a la 6 de la tarde. Hay un descanso de una hora para almorzar, y me dan para ello pan y mantequilla, pero nada de beber. …Tengo puesto un cinturón y una cadena que me pasa entre las piernas y avanzo con las manos y los pies. La galería es muy pendiente y nos debemos tomar de una cuerda; cuando no la hay, nos agarramos a todo lo que podemos. En los pozos donde yo trabajo, hay seis mujeres y media docena de niños y niñas”. ( Grupo Germania. “Materiales para la clase”)
31.- “Si la burguesía tiene una misión en este mundo, ésta era, con seguridad, la de llegar a ser el guía, el instructor, o mejor el organizador, la cabeza del pueblo; ésta era una misión sagrada para la cual ella había recibido la inteligencia, la ciencia, la experiencia de los tiempos pasados
Lejos de esto, apenas llegada a la posesión de la autoridad, la burguesía se ha engreído de ella, como todos los poderes que la han precedido; incluso se deja fascinar más de prisa que un individuo. No ve más, se repite a sí misma por miles de bocas: el Estado soy yo no hace más que olvidar al pueblo, separarse de él (…)
Una reforma es necesaria para hacer entrar en el cuerpo de la nación a la burguesía, que por otra parte, tiende cada vez más a desatarse de los intereses generales, es decir, a morir socialmente.
que rompa la barrera política que se eleva entere ella y el pueblo; que no haya más dos Francias, una oficial, otra real.
Asociándose a la transformación social que se prepara, la burguesía puede todavía regularla con la inteligencia y hacerla entrar por la vías moderadas de la civilización, en lugar de negarse en todo, el desgarro es inevitable, y los más ciegos entrevén ya, en este futuro, una infernal luz.
La burguesía le ha reprochado a la antigua aristocracia el haber opuesto una resistencia implacable al espíritu de su tiempo y el haber atesorado por ello una revolución igualmente implacable. Que ella se guarde en caer en la misma falta”
(Edgar Quinet en “Advertencia al país” 1840)