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LA ÉTICA DE IMMANUEL KANT

4. Formulaciones del imperio categórico

  • Yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi máxima se convierta en ley Universal
  • Obra como si la máxima de tu acción debiera convertirse por tu voluntad en ley Universal de la naturaleza 
  • Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como fin y nunca solamente como un medio.

El imperativo categórico no contiene nada empírico, no nos dice cómo comportarnos, ni propone ningún fin interesado. La voluntad queda libre para dictarse a sí misma las normas de la conducta.

El fundamento del imperativo categórico radica en algún fin absoluto de todos los seres humanos. Y ese fin es que todo ser humano existe como fin en sí mismo y no solamente como medio.

Siendo la humanidad un fin en sí misma, ella es un fin para todos y en consecuencia puede servir como fundamento de una práctica Universal. Esto le permite a Kant fundar el siguiente principio:

Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu propia persona como en los demás, siempre como fin en sí mismo y nunca solamente como un medio.

De lo que se trata de que solamente puedo obrar bien, cuando puedo querer, es decir aceptar por propia convicción, cómo obligatorio para mí, que el principio de mi querer se convierta en ley válida para todos.

Lo moralmente malo sería entonces que el sujeto se permita acciones que no les permitiría a los demás.

El imperativo categórico se convierte así en el fundamento racional de las normas que la modernidad buscaba. Ante la necesidad de obrar el sujeto debe preguntarse si máxima es universalizable o no.