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LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Sitio: Aulas | Uruguay Educa
Curso: LSU HISTORIA 5
Libro: LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Imprimido por: Invitado
Día: miércoles, 3 de julio de 2024, 06:33

1. Introducción: Importancia y legado

Introducción: Importancia y legado

“Si la economía del mundo del siglo XIX se formó principalmente bajo la influencia de la Revolución industrial inglesa, su política e ideología se formaron principalmente bajo la influencia de la Revolución francesa. Gran Bretaña proporcionó el modelo para sus ferrocarriles y fábricas y el explosivo económico que hizo estallar las tradicionales estructuras económicas y sociales del mundo no europeo, pero Francia hizo sus revoluciones y les dio sus ideas, hasta el punto de que cualquier cosa tricolor se convirtió en el emblema de todas las nacionalidades nacientes. Entre 1789 y 1917, las políticas europeas (y las de todo el mundo) lucharon ardorosamente en pro o en contra de los principios de 1789 o las más incendiarios todavía de 1793. Francia proporcionó el vocabulario y los programas de los partidos liberales, radicales y democráticos de la mayor parte del mundo. Francia ofreció el primer gran ejemplo, el concepto y el vocabulario del nacionalismo. Francia proporcionó los códigos legales, el modelo de organización científica y técnica y el sistema métrico decimal a muchísimos países. La ideología del mundo moderno penetró por primera vez en las antiguas civilizaciones que hasta entonces habían resistido a la influencia europea a través de la influencia francesa. Esta fue la obra de la Revolución francesa.”

“(...) el siglo XVIII fue una época de crisis para los viejos regímenes europeos y para sus sistemas económicos, y sus últimas décadas estuvieron llenas de agitaciones políticas (...). La Revolución francesa puede no haber sido un fenómeno aislado, pero fue mucho más fundamental que cualquiera de sus contemporáneas y sus consecuencias mucho más profundas. En primer lugar, sucedió en el más poderosos y populoso Estado europeo (excepto Rusia). En 1789, casi de cada cinco europeos, uno era francés. En segundo lugar, de todas las revoluciones que la precedieron y la siguieron fue la única revolución social de masas, e inconmensurablemente más radical que cualquier otro levantamiento (...)

En tercer lugar, de todas las revoluciones contemporáneas, la francesa fue la única ecuménica. Sus ejércitos se pusieron en marcha para revolucionar al mundo, y sus ideas lo lograron. La revolución norteamericana sigue siendo un acontecimiento crucial en la historia de los Estados Unidos, pero (salvo en los países directamente envueltos en ella y por ella) no dejó huellas importantes en ninguna parte. La Revolución francesa, en cambio, es un hito en todas partes. Sus repercusiones, mucho más que las de la revolución norteamericana, ocasionaron levantamientos que llevarían a la liberación de los países latinoamericanos después de 1808. (...) Fue, como se ha dicho con razón, 'el primer gran movimiento de ideas en la cristiandad occidental que produjo algún efecto real sobre el mundo del Islam y esto casi inmediatamente.”

“La influencia indirecta de la Revolución francesa es universal, pues proporcionó el patrón para todos los movimientos revolucionarios subsiguientes, y sus lecciones (interpretadas conforme al gusto de cada país o cada caudillo) fueron incorporadas en el moderno socialismo y comunismo.

Así pues, la Revolución francesa está considerada como la revolución de su época, y no sólo una, aunque la más prominente, de su clase. Y sus orígenes deben buscarse por ello no simplemente en las condiciones generales de Europa, sino en la específica situación de Francia(...)

(Hobsbawm, Eric La era de la revolución: 1789-1848. Crítica, Bs. As., 2006)


2. Antecedentes. Francia en vísperas de la Revolución.

Antiguo Régimen: Sociedad

Selección de materiales

2.1. Descripción de la “división tripartita” de la sociedad

Descripción de la “división tripartita” de la sociedad realizada por Adalberón, obispo de Laon en un poema dedicado al rey Roberto el Piadoso (hacia 1020)

“La sociedad de los fieles forma únicamente un cuerpo; pero el estado está constituido por tres. Puesto que la otra ley, le ley humana, distingue otras dos clases: los nobles y los siervos, en efecto, no se rigen por el mismo estatuto…

Aquellos son los guerreros protectores de las iglesias; son los defensores del pueblo, tanto de los grandes como de los pequeños, de todos, en una palabra, a la vez que garantizan su propia seguridad. La otra clase es la de los siervos: esta desgraciada ralea no posee nada que no sea fruto de su trabajo. ¿Quién podría, ábaco en mano, calcular las preocupaciones que absorben a los siervos, sus largas caminatas, sus duros trabajos? Dinero, vestidos, comida, los siervos lo proporcionan todo a todo el mundo; ningún hombre libre podría sobrevivir sin los siervos. ¿Hay un trabajo que realizar? ¿Hay que cargar con algo? Vemos cómo reyes y prelados se convierten en siervos de sus siervos: el amo es alimentado por el siervo, él que pretende alimentar a éste. Y el siervo no ve nunca el final de sus lágrimas y de sus suspiros. La casa de Dios, que creemos una, está pues dividida en tres: unos rezan, otros combaten y otros finalmente trabajan. Las tres partes que coexisten no sufren por su disyunción; los servicios que unos rinden son la condición de las obras de los otros dos; cada una por su turno se encarga de aliviar el todo; de tal forma que este triple conjunto no queda por ello menos unido, y es así cómo el mundo ha podido triunfar y disfrutar de la paz”


2.2. Los orígenes de la Burguesía

Los orígenes de la Burguesía

“(…) a finales de la Edad Media impera una cierta incomodidad en la expresión habitual de las distinciones sociales, debido a la aparición de capas nuevas, las capas urbanas, cuyo modo de vida descansa en la ganancia de dinero; la primera reacción es desfavorable: “Dios ha creado al clero, los caballeros y los trabajadores; pero el diablo ha creado a los burgueses y los usureros” (sermón inglés del siglo XVI).

A partir del siglo XIII, incluso, un poema alemán escribe que una cuarta clase, la de los usureros (Wucher) gobierna a los tres restantes: lo que demuestra que antes de adoptar a la incipiente burguesía como capa superior de “los que trabajan” había existido una tendencia a considerarla como recién llegada, y como una intrusa en el orden social habitual.



(En: Vilar, Pierre: Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Pág. 113- 115)


2.3. Sociedad francesa del siglo XVIII: sociedad de “órdenes”

Sociedad francesa del siglo XVIII: sociedad de “órdenes” (Roland Mousnier)

Para R. Mousnier, la sociedad francesa de la época era más bien una sociedad de “órdenes”. Por órdenes no se entiende solamente la división oficial tripartita que opone Nobleza, Clero y Tercer Estado, sino también las normas de organización de un mundo jerarquizado, con una estructura piramidal. Para evocar simbólicamente la sociedad francesa vale la pena recordar la procesión de los representantes de los tres órdenes en la ceremonia de apertura de los Estados Generales, en mayo de 1789. En primer lugar, el clero, en tanto primer orden privilegiado, pero él mismo resultado de una heterogénea fusión de un clero alto y de un clero bajo; luego, la nobleza, y, por último, el Tercer Estado, modestamente vestido con uniforme negro. Esta jerarquía no es meramente figurativa, sino que en ella los “privilegiados” gozan de una posición muy particular. El clero y la nobleza se benefician con privilegios fiscales que los ponen casi por completo a cubierto del impuesto real. Pero hay también privilegios honoríficos y en el acceso a los cargos, como, por ejemplo, la interdicción al tercer Estado del acceso a los grados de oficiales militares, reafirmada a finales del Antiguo Régimen. Se habla de “cascada de desprecio” de los privilegiados respecto de los plebeyos, y no sería nada difícil encontrar ejemplos concretos que ilustren el término de “reprimido social” que se ha aplicado al burgués francés de finales del Antiguo Régimen (…)”

(En Vovelle,M.: “Introducción a la historia de la Revolución Francesa” , pág 11-14)


3. Sociedad y economía. Feudalismo

Antecedentes. Francia en vísperas de la Revolución. Antiguo Régimen. Sociedad y Economía

Sociedad y economía. Feudalismo

“El objetivo de la Revolución era la “destrucción del “feudalismo”” (…) Cuando hablamos de feudalismo, nos referimos ante todo al sistema económico tradicional de un mundo dominado por la economía rural. En 1789, el mundo campesino representaba el 85 por 100 de la población francesa, y la coyuntura económica sufría el opresivo condicionamiento del ritmo de las escaseces y las crisis de subsistencia. En este sistema, en realidad, los accidentes económicos más graves son las crisis de subproducción agrícola, que, en el siglo XVIII, no obstante, la permanente disminución de las grandes hambrunas de los siglos anteriores, constituyen factores esenciales ante los cuales la importancia de la industria queda relegada a segundo término. El tradicionalismo y el atraso de las técnicas agrícolas, evidente en comparación con Inglaterra, refuerza la imagen de un campo “inmutable” en no pocos aspectos. El sistema social seguía aún reflejando, en su conjunto, la importancia de los tributos “señoriales”. La aristocracia nobiliaria, considerada en su conjunto, poseía una parte importante de la tierra cultivable de Francia, tal vez un 30 por 100, mientras que el clero, otro orden privilegiado, tenía por lado del 6 al 10 por 100 de la tierra. Lo más importante – e indudablemente lo que constituye la sobrevivencia más notable de formas medievales- es el peso de los tributos feudales y señoriales que recaían sobre la tierra, y que recuerdan la propiedad “eminente” que detentaba el señor sobre la tierra que, en realidad, poseían los campesinos. Efectivamente, esas cargas, variadas y complejas, constituían lo que los juristas, en su jerga profesional, llamaban “complejo feudal” (complexum feudale). Esta nebulosa de derechos incluía rentas en dinero (el “censo”), y el champart, un porcentaje que debía entregarse sobre las cosechas, y que se hacía sentir mucho más gravosamente que aquél. Había muchísimos otros impuestos, a veces exigibles anualmente y otras veces en forma ocasional, ora en dinero, ora en especie(…)

(…) El campesino francés, en cambio, en gran parte propietario de la tierra y muy diversificado, habrá de desempeñar un papel importante en las luchas revolucionarias junto a la burguesía y contra una nobleza menos omnipotente que la de Europa oriental, tanto desde el punto de vista social como económico.



4. ¿Qué es el Tercer Estado?

¿Qué es el Tercer Estado?

«Mientras el filósofo no traspasa los límites de la verdad, no le acusáis de ir demasiado lejos. Su función no es otra que la de fijar un objetivo, y esto es lo que debe lograr.

Si, permaneciendo a medio camino, osara alzar su enseña, ésta podría resultar engañosa. Por el contrario, el deber del administrador es combinar y graduar su camino en consonancia con la naturaleza de las dificultades... Si el filósofo no se halla en el objetivo, desconocerá donde se encuentra. A su vez, si el administrador no alcanza a divisar el objetivo, ignorará a dónde se dirige.» El plan de este escrito es ciertamente sencillo. Debemos responder a tres preguntas:

1. ¿Qué es el tercer estado? Todo.

2. ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada.

3. ¿Cuáles son sus exigencias? Llegar a ser algo.

Veamos si estas respuestas son acertadas. Mientras, sería de todo punto erróneo que se tachara de exageración unas verdades que aún no han sido debidamente probadas. Examinaremos a continuación los medios que se han empleado y aquellos otros que será preciso adoptar, a fin de que el tercer estado llegue efectivamente a ser algo. En este sentido observaremos:

4. Lo que los ministros han intentado y lo que los propios privilegiados proponen en su favor.

5. Lo que hubiera debido hacerse.

6. Por último, lo que resta por hacer al tercer estado para ocupar el puesto que le corresponde.

Esta obra compuesta durante la Asamblea de los Notables de 1788, fue publicada en los primeros días de enero de 1789.

¿Qué es el Tercer Estado? 1789 Emmanuel-Joseph Sieyès Fuente: CLÁSICOS DE HISTORIA, Nº.183 http://clasicoshistoria.blogspot.com.es


5. Créditos

Prof. Beatriz Martínez González

ILSU Claudia ÁLvarez