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LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA

3. Parte 3

Con anterioridad, los mismos griegos y muchos otros pueblos se han preguntado por los comienzos del mundo, elaborando diferentes cosmogonías, es decir, explicando acerca del modo en que se había generado el cosmos.

Homero (siglo IX) y Hesíodo (siglo VIII) representan el precursor movimiento de tal

deslinde: el orfismo (siglo VII).

En la Ilíada y la Odisea, la jerarquía de las fuerzas de la naturaleza es sólo un reflejo de la jerarquía de las fuerzas de los dioses. Sabido es que el Olimpo está constituido por divinidades superiores e inferiores, y al mando de todas Zeus. Lo casual e imprescindible en la naturaleza o en la vida humana es atribuido también a la voluntad de los dioses, caprichosa muchas veces, y dominada por personales pasiones. Incluso al acontecer fatal e infalible de ciertos sucesos se atribuye a una fuerza (Destino) a la que le querer divino está sometido.

Homero habla en imágenes de los problemas del mundo, por ejemplo, de la infinitud y de las fuerzas naturales. Admite la eternidad de los dioses que no son engendrados (sólo los engendrados son inmortales); lo que lleva a la neta distinción entre lo eterno y lo temporal, y, por tanto a la dualidad entre lo que permanece y lo que pasa. La dualidad se acentuará cada vez más hasta el extremo de proyectar lo eterno fuera de lo contingente. Para Homero el mundo es el desarrollo de fuerzas divinas operantes desde dentro y productoras de la multiplicidad y variabilidad de los fenómenos; fuerzas (por lo menos algunas) que son, como es el devenir, eternas.

Para Hesíodo la teogonía incluye una cosmogonía: el origen del mundo está estrechamente al origen de los dioses. El problema de la teogonía es el del origen y de la causa de todas las cosas. Esta primera causa no puede representarse; en el principio era el caos; después vinieron la Tierra y Eros.

La genealogía de las fuerzas de la naturaleza es una explicación rudimentaria; la primera explicación, bien que simplista, del mundo y de su origen; es decir, representa el primer intento de dar un orden al mundo y de traducir en formas racionales el contenido religioso, bien que se declara que el origen de la naturaleza es una divinidad ordenadora.

El orfismo y los poetas de los siglos VI y V formulan otra concepción. En honor de Orfeo fue creada una secta religiosa a la que se debe una rica literatura poética y filosófica (poemas órficos).

Los órficos ven en Cronos (el tiempo) el principio originario de las cosas. Todas las se repiten cíclicamente: hay un ciclo del nacimiento, otro del discurrir del tiempo, de la rueda del destino y de la génesis. Estas alternativas se repiten por ley inflexible bajo el imperio de la necesidad (Anake), ley que regula el tiempo y con él toda la vida del cosmos. Estas alternativas cíclicas tienen una finalidad moral: la regeneración del mundo del principio del mal. Finalidad que está atestiguada en el mito de Dionisio.