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EL PROBLEMA FILOSÓFICO: EL TIEMPO

Sitio: Aulas | Uruguay Educa
Curso: LSU FILOSOFÍA 6
Libro: EL PROBLEMA FILOSÓFICO: EL TIEMPO
Imprimido por: Invitado
Día: sábado, 23 de noviembre de 2024, 08:03

1. San Agustín de Hipona

 

 

San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) perteneció al periodo del cristianismo denominado Patrística donde se elaboran el conjunto de dogmas y doctrinas eclesiásticas cristianas, convirtiéndose en una de las personalidades más destacadas del pensamiento medieval. Nació en Tagaste (actual Argelia), de padre pagano y madre cristiana, santa Mónica. Fue educado en Tagaste y Madaura y estudió retórica en Cartago; leyendo a Cicerón se inició en la filosofía y se cuenta que uno de los diálogos de este filósofo, el Hortensius (hoy perdido) le llevaría más tarde a convertirse al cristianismo. Leyó algunos autores neoplatónicos y probablemente las Enéadas de Plotino, que constituyeron sus nuevas raíces filosóficas y que, junto con la conversión al cristianismo (recibió el bautizo de manos de san Ambrosio de Milán, en el 386, a los 31 años de edad) marcan los dos focos en que se centra todo su pensamiento posterior (neoplatonismo y cristianismo), ocupado en la búsqueda de la conciliación entre fe y razón. En este sentido, gran parte de los postulados presentados por Agustín evidencian una impronta fuertemente platónica (fundamentalmente a través del neoplatonismo de Plotino).

2. ¿Qué es el tiempo?

 

 


¿Qué es el tiempo?

El mismo Agustín admite la dificultad de la respuesta diciendo:

¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.

Lo que sí digo sin duda es que sé que si nada pasara no habría tiempo pasado; y si nada sucediera, no habría tiempo futuro; y si nada existiera, no habría tiempo presente.

Pero aquellos dos tiempos, pasado y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pasado ya no es y el futuro todavía no es?

Y en cuanto al presente, si fuera siempre presente y no pasara a ser pasado, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente, para ser tiempo es necesario que pase a ser pasado, ¿cómo decirles que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?”. (Confesiones, XI, 14, 17).

Para tratar de resolver esta duda, Agustín parte diciendo que si el presente no tuviera ni pasado ni futuro entonces sería eternidad, y por lo tanto no podríamos hablar de tiempo. Así, el presente necesita del pasado para ser tiempo, pues de otra forma sería eternidad. Ahora, el presente deja de serlo una vez que es pasado; lo que significa, que el presente para existir debe tener tendencia a no-ser (de otro modo sería eternidad).

3. Pasado

 

 

Hablado esto, San Agustín se propone analizar el pasado y el futuro. El pasado ya no existe y el futuro no existe todavía, pero ¿cómo podemos referirnos a ellos como si fuera un tiempo presente si no existen? No podemos referirnos al pasado de ninguna forma, ni siquiera diciendo que ''fue larga la estancia'', pues dicha estancia ya no existe.

Además, pensemos en lo siguiente: para haber dicho ''fue larga la estancia'' debimos haber dicho primero ''es larga la estancia''. Por otro lado, algo es largo cuando está colocado en el presente, cuando ya es parte del pasado ya no existe; por lo tanto, las cosas tienen magnitud cuando están en el presente y dejan de tenerla cuando están en el pasado (por eso, la estancia larga ya no existe).

¿Cómo se debería decir algo que ''fue largo''? de la siguiente manera según San Agustín: ''Largo fue aquel tiempo mientras fue presente''.

Forma incorrecta de referirse al pasado: ''fue larga la estancia'' es una forma incorrecta porque nada que pertenezca al pasado puede tener magnitud.

Forma correcta de referirse al pasado: ''Fue larga la estancia mientras fue presente'' es la correcta porque la magnitud existe mientras está en el presente. Es decir, la única forma de referirse al pasado, es refiriéndose al presente.


4. Presente

 

 

Para entender el presente, San Agustín recurre a un ejemplo de los cien años.

Imaginemos a un hombre dentro de un intervalo de 100 años:

Cuando está en el primer año, el hombre tiene 99 años futuros.

Cuando está en el segundo año, el hombre tiene 98 años futuros y un año en el pasado.

Bajo este razonamiento, podemos determinar que el presente nunca podrá estar en los 100 años simultáneamente, sino que solamente en uno de ellos. Lo mismo pasaría si lleváramos el ejemplo a un año, el hombre en el primer mes tendría 11 meses futuros y cuando pase al segundo tendrá 10 futuros y 1 pasado.

De este modo, San Agustín define el presente como ''un instante'', pero entonces ¿a qué podemos llamar largo? ¿Cómo es que el presente puede ser largo o puede ''durar'' ciertos minutos o ciertas horas si es un instante?

5. Futuro y conclusión primera.

 

 

Mucho menos podríamos decir que el futuro tiene un intervalo largo, pues aún no existe. Y si existe, es gracias al presente porque el futuro pasa a ser presente una vez que pasa por él.

Conclusión primera

¿Qué diremos pues de estos tres tiempos: pasado, presente y futuro? ¿Acaso tendremos que decir que el pasado y el futuro no existen por sí solos a menos que pasen por el presente?

Al menos en el pasado, todo lo que tenemos de él nos queda en la memoria. Ahora, si nos queda en la memoria, entonces está en el presente porque a medida que lo podemos evocar en la memoria estarán presentes; lo mismo ocurre con el futuro.

Todas las cosas que existen se ven en el presente, pero es la memoria la que también las tiene. Por ejemplo, podemos ver una aurora y podemos predecir que el sol saldrá. La imagen que tenemos del sol saliendo, es una imagen presente en nuestra mente y la predicción sería decir ''el sol va a salir''. Por lo tanto, podemos retener el pasado y el futuro llevándolos al presente por medio de la memoria, como ya habíamos dicho, el pasado y el futuro sólo pueden existir por medio del presente. De hecho, podría decirse con justa razón que el pasado y el futuro no existen.

Así, la referencia correcta al presente y al pasado sería de la siguiente forma:

Pasado: Presente de las cosas pasadas

Presente: Presente de las cosas presentes

Futuro: Presente de las cosas futuras

Volvemos a repetir, es el presente el que da existencia al pasado y al futuro.

Este es un tema que ya se hablado entre los antiguos, sobre todo por Aristóteles quien decía que el pasado y el futuro tienen como límites al presente, pero nunca aseguró algo tal como decir que el pasado y el futuro no existen. Cicerón también tenía su opinión con respecto al tiempo, diciendo que el futuro y el pasado son inmutables, es decir, cada uno tiene su propia existencia.


En todo caso, Agustín acepta que los demás puedan decir que existe un pasado o un futuro, siempre y cuando se entienda que es con referencia al presente.

La solución de Agustín de Hipona al problema del tiempo se conoce como la teoría del triple presente. Frente a los argumentos escépticos, que niegan la propia existencia del tiempo, la experiencia articulada en el lenguaje es suficiente para refutarlos y, en concreto, el testimonio de la historia y de la previsión permite afirmar la existencia de las cosas futuras y de las cosas pasadas.

Habría que decir que los tiempos son tres: presente de las cosas pasadas, presente de las cosas presentes y presente de las futuras. Los tres existen en cierto modo en el espíritu (en el ALMA según Agustín de Hipona) y fuera de él no creo que existan [Confesiones: XI, 20, 26]

Admitida la realidad del tiempo, el pasado no sería sino memoria de lo que ha dejado de existir, el futuro se definiría como la expectación de lo que no existe todavía y el presente no consistiría más que en la atención sobre un punto, un instante que pasa y que carece de duración.


6. La incógnita del fenómeno

 

 

La incógnita del fenómeno

Agustín acepta no saber la esencia del tiempo porque de hecho, asume que cuando mide un intervalo ''no sabe lo que mide'', y en efecto, no sabe qué se mide siendo que el instante (que es el presente) no puede tener una extensión precisa. Así definiría San Agustín el tiempo:

''De aquí me pareció que el tiempo no es otra cosa que una extensión; pero ¿de qué? No lo sé, y maravilla será si no es de la misma alma. Porque ¿qué es, te suplico, Dios mío, lo que mido cuando digo, bien de modo indefinido, como: “Este tiempo es más largo que aquel otro”; o bien de modo definido, como: “Este es doble que aquél”?

Mido el tiempo, lo sé; pero ni mido el futuro, que aún no es; ni mido el presente, que no se extiende por ningún espacio; ni mido el pasado, que ya no existe.

¿Qué es, pues, lo que mido?”. [Confesiones: XI, 26, 33]

Finalmente Agustín concluye lo dicho un poco antes, se mide el tiempo que ya ''pasa''.


7. El tiempo y el alma

 

 

El tiempo y el alma

La edad de mi infancia, que ya no existe, está en el tiempo pasado, que ya no existe ni lo hay; pero cuando recuerdo cosas de aquella edad y las refiero, estoy viendo y mirando de presente la imagen de aquella edad. Todo esto lo ejecuto dentro del gran salón de mi memoria” [Confesiones XI, 28, 23]

Nada puede ser medido a menos que se acabe, por lo tanto, la tendencia al no-ser (en cuanto al pasado y al futuro) es la que determina la duración de una cosa. ¿Con qué cosa el hombre mide el tiempo? Naturalmente que el hombre mide el tiempo con el alma, pues es allí donde quedan impresas las percepciones del tiempo.



8. Créditos

Prof. Hector Inzaurralde

ILSU Graciela Pimienta

Audio: Florencia Barnada