LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA

5. Parte 5

Las cosmogonías y teogonías hablan del mundo. Descubren la prehistoria de éste en ropaje mitológico y explican el incesante cambio de las cosas sirviéndose de narraciones cosmológicas. Pero a medida que va pasando a segundo plano la explicación mitológica para acentuar cada vez más las relaciones constantes de los hechos. Al fin surge, la pregunta que persiste al final de todos los cambios, y cómo se transforma en tales cosas particulares o éstas en ella.

Los filósofos trataban de dar explicaciones más o menos racionales que podían ser aceptadas o rechazadas por medio de la argumentación; las explicaciones filosóficas ya no pertenecían al folklore de los pueblos, ni eran anónimas, sino que eran las ideas de tal o cual filósofo.

La inicial respuesta al problema es dada por un grupo de filósofos de la ciudad de Mileto. Se averigua qué pueda ser la sustancia fundamental y primigenia de la realidad, aquella de las que derivan todas las demás por proceso espontáneo, sin intervenciones de seres sobrenaturales, sino de acuerdo con un cierto orden, una necesidad puramente natural. Esa sustancia primitiva debía contener en sí misma una especie de principio vital, pues de otro modo no hubiera podido originarse de ella la realidad inanimada, es decir, ella misma debía ser “materia animada”, de donde se deriva el nombre de hilozoístas (hylé = materia, zoé = vida) dado a estos pensadores.