2. Diálogo entre la luna y el niño

Huye luna, luna, luna.

Si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.

El niño la mira deslumbrado y comienza el diálogo entre la luna y el niño. El niño la quiere proteger “Huye luna, luna” porque sabe que los gitanos harían joyas con ella porque su blancura se parece al estaño que usan los gitanos para sus joyas “collares y anillos blancos”. Es la primera vez que el Yo lírico nombra a los gitanos de forma directa. Lo hizo indirectamente a través de “la fragua”y”el estaño”.

Niño déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

La inocencia del niño contrasta con el tono despectivo de la respuesta de la luna “déjame que baile” y le dice lo que pasará cuando vengan los gitanos: el niño estará sobre “el Yunque con los ojillos cerrados”. A partir de esta estrofa la Luna será símbolo de muerte. Le anuncia al niño que va a morir pero no se lo dice directamente. Usa un diminutivo” ojillos cerrados”.

Huye luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.

Niño déjame, no pises,

mi blancor almidonado.

El niño no entiende las palabras de la luna y quiere que la luna se vaya para salvarla. Los gitanos se acercan, el niño lo sabe porque siente el vibrar de la tierra por el galope de los caballos, La luna no le explica, se muestra molesta y altiva: desprecia la preocupación del niño sólo le interesa mantener su brillo. En esta estrofa termina el diálogo entre la luna y el niño. Ella le ha anunciado su muerte y el niño inocente no ha comprendido y quiere salvarla de los gitanos que se acercan. Hay una antítesis entre el niño y la luna: el niño quiere salvarla y la luna le avisa que va a morir.

La luna es un personaje porque está personificada: tiene características humanas: habla, baila para captar la atención del niño, tiene características de mujer (tiene senos y usa un polisón).