Ciencias Físicas - 2º C.B.
Un litro de luz, agua que ilumina...
Lee la siguiente sección de un artículo:
Esta es la historia de cómo surgió y por qué ahora miles de ciudadanos en el mundo tienen una mejor calidad de vida gracias a la perfecta combinación de una botella plástica, agua y sol.
El origen
Casi nadie sabe de Uberaba, el pueblo donde vive -desde siempre- un mecánico inventor de un revolucionario sistema de iluminación, que no ha patentado ni patentará, y por el que recibe apenas algo de dinero a pesar de que ya beneficia a más de un millón de hogares en el mundo.
El hombre se llama Rafael Moser y allá por el año 2002, un soplo de inspiración lo llevó a inventar una nueva forma de iluminar habitaciones sin utilizar la luz eléctrica. Un sistema de energía totalmente limpia, tan barato como increíble, que tiene la virtud de iluminar no sólo lo que esté oscuro sino también -y al mismo tiempo- el rostro de quienes viven o trabajan en esas localidades.
Uberaba es una población de cerca de 300 mil habitantes ubicada en el estado de Minas Gerais, al sur del Brasil, donde a principios de siglo los apagones fueron pan de cada día. Fue entonces que buscar soluciones a la oscuridad se volvió parte fundamental de las conversaciones del pueblo, dominadas hasta entonces por el fútbol y la política.
En una de esas charlas, alguien preguntó cómo señalarían a los equipos de rescate el lugar de un accidente aéreo si fueran uno de los sobrevivientes. Y a los pocos segundos, otro respondió que tomaría botellas plásticas, las llenaría de agua y usaría los rayos solares sobre grama seca para producir fuego y la consecuente columna de humo.
Desde ese día Moser quedó intrigado y él, que siempre ha tratado de ver un poco más allá, comenzó a hacer pruebas con botellas plásticas rellenas de agua, una y otra vez. Hasta que, de repente, su mente se iluminó.
En una de las varias entrevistas que ha concedido para explicar su creación, el mecánico respondió a los periodistas ingleses de la BBC1 una frase tan maravillosa como su invento: ‟Es una luz divina. Dios nos dio el sol a todos, así que la luz es para todos”.
Técnicamente, esa luz divina se produce llenando un envase plástico transparente con agua -usualmente una botella de uno o dos litros de capacidad- a la que se le agregan dos cucharadas de hipoclorito de sodio (NaClO) y se tapa.
El proceso de instalación es casi tan sorprendente por su sencillez como el invento mismo: primero, se abre un hueco en el techo del lugar a iluminar y (generalmente) se coloca una sencilla teja metálica también perforada; luego se introduce la botella en el hueco hasta la mitad, con la base hacia el interior; por último, se fija con pegante (para que se sostenga y al mismo tiempo se eviten goteras, entrada de polvo e insectos). Y no más. Dura casi 10 años y no hay que hacerle mantenimiento. Y nadie se electrocuta. Y no hay bombillo que se rompa o queme. Ah..., y es gratis.
El ingeniero electricista Gerardo Porras, docente universitario y experto en la materia, explica en teoría lo que el mecánico Moser creó en la práctica: ‟El fenómeno que sucede en ese instante es el de la refracción, que es el cambio de dirección que experimenta una onda -en este caso la luz solar- al pasar de un medio gaseoso como el aire a un medio líquido como el agua y también en el sentido contrario. Sólo se produce si la onda incide oblicuamente sobre la superficie de separación de los dos medios y si estos dos medios tienen índices de refracción distintos, originándose principalmente en el cambio de velocidad de propagación de esta onda lumínica”.
Uno de los ejemplos clásicos para apreciar este fenómeno es aquel en el que se sumerge un lápiz en un vaso con agua: al observarlo, el lápiz parece quebrado.
Pero aunque la explicación científica es contundente, todo el mundo conoce el invento de Moser como el litro de luz. ‟Es prácticamente traer el sol, capturarlo y -a través del agua- poder refractarlo”, agrega el ingeniero. La luz entra por la mitad de la botella ubicada sobre el techo y de inmediato la otra mitad –la que está por debajo- la refracta, iluminando la habitación. No es más. Pero no es menos.
La forma de la base de la botella es un factor clave ya que el efecto de distribución de la luz aumenta cuando el envase presenta en su base formas irregulares. Por eso las ideales son las que tienen cuatro protuberancias como apoyo, porque allí los ángulos de incidencia lumínica son casi perpendiculares, lo que hace que el proceso se produzca de forma más eficiente.
Otro aspecto clave para el litro de luz es la transparencia del agua, que debe ser lo más cristalina posible. ‟De una u otra forma, el agua envasada es un cultivo ideal de algas, plantas o residuos biológicos. Esas impurezas impedirían esa refracción, acortando la vida útil del litro. El cloro impide el nacimiento de microorganismos y permite la cristalinidad del agua, dándole al litro de luz una vida útil de entre 5 y 10 años”, dice el ingeniero Porras.
Texto extraído y adaptado de: Honorio, J. (Octubre, 2015). Un litro de luz, agua que ilumina. ¡De acuerdo! – La ciencia a tu medida. Edición Nº 3 - Energía. p. 8.
Luego de leer la información anterior, observa el siguiente vídeo:
- ¿Crees que esta propuesta podría funcionar en nuestro país?
- ¿Cómo imaginas la vida en estos pueblos donde no cuentan con electricidad? ¿Qué diferencias habrá con un día de tu vida?
- ¿Qué cambios crees que ocurre en los pueblos donde se "instalan" estos dispositivos? ¿Qué mejoras piensas que se dan en la calidad de vida de los habitantes de estos lugares?
- la primera con tus respuestas y
- la segunda opinando sobre la respuesta de otro compañero.