Actividad 1: El abanico

 Lee el siguiente texto, extraído de: PERELMAN, Y. (1969). Física Recreativa. Moscú: Mir

El abanico

Cuando las señoras se abanican sienten fresco. Al parecer esto no perjudica a nadie, más bien al contrario, todos los presentes deben estarles agradecidos por "enfriar" el aire de la sala.

Veamos si esto es así en realidad. ¿Por qué sentimos fresco cuando nos abanicamos? El aire que está en contacto directo con nuestra cara aumenta su temperatura y forma una especie de máscara de aire a mayor temperatura que nos da "calor", es decir, que impide que sigamos cediendo energía por calor. Cuando el aire que nos rodea está quieto, la capa que rodea la cara se desplaza muy lentamente empujada hacia arriba por el aire a menor temperatura. Pero al abanicarnos quitamos la máscara de aire antedicha y nuestra cara se pone en contacto con nuevas porciones de aire a menor temperatura a las cuales cede energía por calor. Por esto, nuestro cuerpo disminuye su temperatura y sentimos fresco.

De esto se deduce que cuando las señoras se abanican apartan de sus rostros el aire a mayor temperatura  y lo reemplazan por aire fresco; cuando este último se aumenta su temperatura sigue la misma suerte y es sustituido por una nueva porción de aire a menor temperatura, y así sucesivamente.

La acción de los abanicos acelera la remoción del aire y hace que la temperatura de éste se equilibre pronto en toda la sala, es decir, hace que las propietarias de los abanicos se sientan mejor a costa del aire más fresco que rodeaba al resto del público.

 

En base a lo que plantea el texto explica la siguiente situación: dos días de invierno en los que la temperatura es de 10 °C, en uno de los días sopla un fuerte viento y en el otro no sopla viento. ¿Por qué sentimos más "frío" el día que sopla el viento comparado con el día que no hay viento, aunque la temperatura de ambos días es la misma?



Última modificación: viernes, 17 de diciembre de 2021, 10:08