SÓCRATES Y LOS SOFISTAS

1. Sócrates y los sofistas

Sócrates y los sofistas: los problemas de la verdad y la bondad

Los primeros filósofos habían focalizado su atención en la naturaleza; los sofistas y Sócrates volcaron el interés de la filosofía al estudio del hombre. En lugar de interrogar las grandes cuestiones cósmicas en busca del principio último de todas las cosas, la filosofía comienza a preocuparse por el comportamiento del hombre. Esta transición de cuestiones predominantemente metafísicas a otras de base ética se explica en parte por el fracaso de los presocráticos en alcanzar una concepción uniforme del cosmos. Las diversas e inconsistentes interpretaciones de la naturaleza que habían sido propuestas no parecían conciliarse. Estas contradictorias cosmovisiones produjeron una fatiga intelectual, en virtud de la aguda dificultad para descifrar los secretos de la naturaleza además de desinterés por proseguir una actividad filosófica que no prometía un resultado exitoso; la filosofía podría haberse detenido en esta situación. La controversia acerca del principio último de las cosas generó un cierto escepticismo acerca de la capacidad de la razón humana para descubrir la verdad de la naturaleza. Pero esta mala disposición, este escepticismo, dio impulso a una nueva dirección de la filosofía, porque el escepticismo mismo se convirtió en motivo de interés filosófico. En lugar de discurrir en torno a las teorías alternativas de la naturaleza, los filósofos se dirigieron al problema del conocimiento humano, preguntándose si es posible que la mente humana alcance una verdad universal. La pregunta se veía agravada por el descubrimiento de diferencias culturales entre varias razas y pueblos, de modo que la cuestión acerca de la verdad se vio profundamente complicada con el problema de la bondad. ¿puede haber un concepto universal de bondad si las hombres son incapaces de conocer una verdad universal? Los principales momentos de este nuevo debate se dieron con los sofistas y con Sócrates.