LA GALLINA DEGOLLADA. HORACIO QUIROGA

9. Cuento. Parte 5


Ya que hablamos de tiempo es interesate traer la importancia de la palabra escrita, porque queda. De hecho, si compramso una cas, se hacen escrituras, no queda en un acuerdo de palbras. Lo mismo si compramos algo, aparece la conocida boleta o recibo ¿Qué ocurre con la obra de arte que estamos analizando? Algo más, no solo queda por estar escrita, trasciende, traspasa el tiempo, no permanece atrapada en él mientras haya un lector que la vuelva a encontrar y abra el libro. ¿Se dan cuenta que en este momento, gracias a la Literatura, somos viajeros del tiempo?

Pero sigamos y comprovemos si esta no fue una discusión aislada...

Éste fue el primer choque y le sucedieron otros. Pero en las inevitables reconciliaciones, sus almas se unían con doble arrebato y locura por otro hijo.

Nació así una niña. Vivieron dos años con la angustia a flor de alma, esperando siempre otro desastre. Nada acaeció, (ocurrió) sin embargo, y los padres pusieron en ella toda su complaciencia, que la pequeña llevaba a los más extremos límites del mimo y la mala crianza.

Si aún en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos, al nacer Bertita olvidóse casi del todo de los otros. Su solo recuerdo la horrorizaba, como algo atroz que la hubieran obligado a cometer. A Mazzini, bien que en menor grado, pasábale lo mismo. No por eso la paz había llegado a sus almas. La menor indisposición de su hija echaba ahora afuera, con el terror de perderla, los rencores de su descendencia podrida. Habían acumulado hiel sobrado tiempo para que el vaso no quedara distendido, y al menor contacto el veneno se vertía afuera. Desde el primer disgusto emponzoñado habíanse perdido el respeto; y si hay algo a que el hombre se siente arrastrado con cruel fruición (disfrute) es, cuando ya se comenzó, a humillar del todo a una persona. Antes se contenían por la mutua falta de éxito; ahora que éste había llegado, cada cual, atribuyéndolo a sí mismo, sentía mayor la infamia de los cuatro engendros que el otro habíale forzado a crear.

¿Te quedó la última forma de llamar a “los cuatro idiotas”? Repasemos: “...cuatro engendros que el otro habíale obligado a crear.” Antes hablamos de desear al hijo, pensarlo y concebirlo desde el amor. Ahora es una obligación generada por el otro. ¿Qué cambio, no?