1. David Hume

Hume (1711-1776, escocés) fue uno de los filósofos más destacados del empirismo

Todo conocimiento surge de la experiencia externa (la que proviene de los sentidos) y de la experiencia interna (estados de ánimo del sujeto, fenómenos psíquicos). A las percepciones directas las llama impresiones (ejemplo: sensaciones de dolor, color, textura, etc). Las impresiones se diferencian de las percepciones indirectas llamadas ideas (ejemplo: recuerdos o fantasías).

La diferencia entre las ideas y las impresiones es la vivacidad o intensidad. El recuerdo de un dolor es mucho menos intenso que el dolor mismo. Toda idea se deriva de alguna impresión. La misma idea de Dios se deriva de la experiencia. Es una idea que no es más que la reunión y multiplicación al infinito de ideas sobre cualidades características de los humanos. Sé que soy bueno, tengo cierto poder, etc; todas cualidades imperfectas que si las multiplico al infinito construyo la idea de un ser con poder absoluto, bondad perfecta, sabiduría infinita.

Una idea es válida cuando concuerda con la impresiones de las que deriva. Si no concuerda no es válida, no es objetiva.

Hume sostiene un escepticismo moderado que despierte el sentido crítico y se oponga al  fanatismo. Se opone a todo escepticismo que sólo tenga como fin dejarnos sumergidos en la duda y 

en la inacción. Porque la vida diaria nos exige creer en la verdad de ciertas cosas, para poder desenvolvernos en la vida y para relacionarnos con otros.

No podríamos sobrevivir sin creer en esas verdades. El escepticismo absoluto nos llevaría a eliminar toda acción y todo pensamiento. Así la condición humana necesita creer en verdades que garantizan la posibilidad misma de la existencia, pero al indagar estas verdades cae necesariamente en la duda.