PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA. CÉSAR VALLEJO

1. Piedra negra sobre una piedra blanca

 

 

Este poema es un soneto (dos cuartetos y dos tercetos) de versos endecasílabos (versos de once sílabas) y rima asonante (sólo riman las vocales). 

El título del poema es simbólico, ya que según el diccionario de símbolos de Cirlot, “piedra” es símbolo de alma, mientras que “negra” y “blanca” son símbolos de muerte y vida respectivamente. Por lo tanto, ya desde el título del poema aparece la presencia de la muerte que apaga a la vida. En el título el tema de la muerte aparece como idea general, pero en el poema el poeta nos habla de su propia muerte. 

En el primer cuarteto el yo lírico pronostica con exactitud su propia muerte: “Me moriré en Paris con aguacero”. Éste es un verso profético ya que el verbo “morir” está conjugado en futuro, mostrando una acción que todavía no ha ocurrido. París es la ciudad luz, considerada la ciudad de la cultura, fundamentalmente en la época en la que vivió el poeta. La expresión “con aguacero” está tomada del lenguaje coloquial, cotidiano, propio de la literatura de vanguardia. 

“Un día del cual tengo ya el recuerdo”: el verbo “tener” está conjugado en presente, y la palabra “recuerdo” nos hace pensar en el pasado, ya que solo podemos recordar algo que ya pasó. Por lo tanto en estos dos primeros versos, observamos un juego con el manejo del tiempo que solo es posible en el mundo de la literatura, la posibilidad de un tiempo reversible. El yo lírico dice tener el recuerdo, “ya”, ahora, en el momento de la creación poética, del día de su muerte que aún no ocurrió. 

“Me moriré en Paris –y no me corro-“: observamos en este verso una anáfora, es decir, la repetición de una misma expresión al comienzo de verso. Insiste con la afirmación de la profecía de su muerte en Paris, y a través de una nueva expresión coloquial “no me corro” vuelve a afirmar la idea, muestra estar convencido de lo que dice, no va a cambiar su afirmación. 

“tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.”: no solamente afirma dónde va a morir, sino además cuándo lo hará, determina el momento. El jueves es un día que puede recordarnos al día en que comenzó la pasión de Cristo. El otoño, que ha simbolizado la madurez en la vida humana que nos acerca a la muerte, simbolizada por el invierno en la tradición literaria. Vuelve a marcar la idea del presente de la creación “como es hoy”. 

En el segundo cuarteto el yo lírico justifica las circunstancias de su muerte a través del dolor físico y del dolor moral que le provoca el sentirse solo. Insiste con la idea de que morirá un jueves, y con el presente de la creación poética “hoy”. 

“que proso estos versos”: aparece en esta expresión un neologismo ya que el verbo “prosar” no existe. Además esta expresión resulta un oxímoron (una contradicción violenta) ya que prosa y verso son dos tipo de escritura totalmente diferentes, por lo tanto no se puede “prosar” versos, una propia de la narrativa (la prosa) y otra propia de la lírica (verso). Parece, además, estar menospreciando su poesía (quitándole valor). 

“los húmeros me he puesto a la mala”: en esta expresión coloquial nos expresa su dolor físico, le duelen hasta los huesos, es un dolor físico muy profundo. “Me he vuelto, / con todo mi camino”: el yo lírico, ante el dolor y la soledad que siente, reflexiona sobre su vida y recorre su pasado. Siente al dolor físico y moral como los indicios de su muerte. 

En los tercetos, el yo lírico ve a su doble y le habla. Ya no enuncia en primera persona (yo) como en los cuartetos, sino que se desdobla y habla de sí mismo en tercera persona (él). No hay rebeldía en sus palabras, solamente dolor: César Vallejo es la víctima que recibe los golpes: “le daban duro con un palo y duro / también con una soga”. En estos versos hay un encabalgamiento (el sentido de un verso necesariamente termina en el siguiente) y el ritmo en la lectura de estos versos parece acompañar el movimiento del brazo que golpea tan duramente. 

En el último terceto encontramos una enumeración en la que se retoman temas ya mencionados en los cuartetos, pero de una forma más general: “los días jueves, y los huesos húmeros, / la soledad, la lluvia, los caminos…” El poema termina con tres puntos suspensivos que parecen no terminar las ideas expresadas. 

Dice el crítico Xavier Abril con respecto a este poema de César Vallejo que la muerte no es algo circunstancial y venidero sino que es memoria trágica.