FALACIAS NO FORMALES 2

1. Falacia de irrelevancia

 

 

 

 


Falacia de irrelevancia

Justificar nuestra propia posición, o neutralizar las objeciones presentadas por otros, puede resultar un esfuerzo extremadamente difícil. En ciertas ocasiones podemos descubrir que no contamos con argumentos sólidos, sea porque no fuimos capaces de encontrarlos o porque no conseguimos presentarlos de manera rigurosa. Ante esta situación, un recurso frecuente consiste en no argumentar lo que correspondería argumentar (o no refutar lo que deberíamos refutar) sino hablar de algo parecido e intentar atraer la atención de nuestro interlocutor hacia ese nuevo tema.

Ésta es la clase de maniobra a la que recurre un fiscal que, ante la imposibilidad de probar la culpabilidad del acusado, presenta algunos datos sobre su personalidad conflictiva y luego hace un largo discurso sobre los horrores del asesinato. En rigor, ese fiscal no está demostrando que el acusado haya asesinado a alguien. Pero al menos espera predisponer al jurado en su contra.