CERESO LITERATURA 1° DE BACHILLERATO
ACTIVIDAD GALILEO GALILEI
EL TRUCO LITERARIO DE GALILEO -GALILEI
Entre sus primeras acciones más importantes, potenció un nuevo instrumento que estaba causando sensación en el mercado de Venecia, una lente que aumentaba la visión hasta para ver perfectamente a la gente en los barcos en alta mar desde las azoteas de la ciudad. Galileo vio su potencial y añadió nuevos lentes en 1609 a esos catalejos. Creó el primer telescopio y empezó a ver cosas que nunca nadie podría imaginar.
Vio las estrellas, mucho más cuantiosas de lo que la gente creía. Vio de cerca la superficie de la luna, vio los planetas, e incluso descubrió algunos nuevos que los eruditos de todas las épocas anteriores no habían podido contemplar. Y también vio cómo giraban los planetas. Se dio cuenta de que las órbitas no era el sistema de esferas como la que había reproducido Giovanni Dondi de Padua. Tampoco las rotaciones eran redondas, como se había pensado, sino elípticas. Y sobre todo, vio que Copérnico había tenido razón y Aristóteles, Ptolomeo y la Biblia estaban del todo equivocados.
Publicó en 1610: El mensajero sideral. El libro fue una sensación para todo el mundo. Para todo el mundo menos para la Iglesia. En 1613 empezaron a tomar notas. En febrero de 1616 el Vaticano le hizo llamar. Le advirtieron de que no estaban nada conformes con sus ideas y le avisaron de que tenía prohibido defender el sistema copernicano del mundo. Galileo era un buen cristiano, creyente de los preceptos católicos, pero no entendía cómo no aceptaban que desde hacía tiempo la Biblia era una fuente de sabiduría metafórica y no literal.
Y el científico pensó para dentro, sin decírselo a sus censores: “de acuerdo, no escribiré sobre mis teorías científicas acerca de cómo el mundo gira alrededor del sol. Pero no me habéis dicho nada de que no pueda publicar ficción”. Y eso es lo que hizo. En 1630 empezó a escribir “Diálogo entre los dos máximos sistemas del mundo.” Le costó publicarlo (para poder imprimir un documento había que contar con un imprimátur, una licencia de la época que tenía el visto bueno de los católicos de no cometer errores de doctrina y moral católica), pero de algún modo consiguió sortear a los censores. Un montón de copias salieron en 1632 de las imprentas y se agotaban al instante debido a la sensación que causaban, pero la Iglesia mandó de urgencia pararlo todo y exigió recuperar todos los ejemplares vendidos.