PRIMERA SALIDA DE GREGORIO

9. Parte 9

Pero cuando felizmente su cabeza estuvo al fin frente a la puerta, era evidente que su cuerpo demasiado ancho le impediría franquearla sin más ni más. Naturalmente no se le ocurrió al padre, en su actual estado de ánimo, abrir la otra hoja para dejarle a Gregorio suficiente espacio; su idea fija era que Gregorio debía meterse en su pieza lo más pronto posible. De ningún modo hubiera permitido los complicados preparativos que necesitaba Gregorio para incorporarse y poder pasar así por la puerta. Más bien, como si no existiese ningún obstáculo, impelía a Gregorio a avanzar, haciendo un ruido singular que este sentía resonar detrás suyo como si ya no fuera simplemente la voz de un único padre. La cosa no estaba ciertamente para bromas, y Gregorio –pasara lo que pasara– se lanzó contra la puerta. Se levantó de costado y quedó atravesado en el umbral con un flanco desollado por completo. Sobre la puerta pintada de blanco quedaron estampadas unas manchas repulsivas. No tardó en quedar atascado sin poder moverse por sí solo. Las patitas de un lado quedaron, temblorosas, suspendidas en el aire, las del otro, comprimidas dolorosamente contra el suelo... Entonces el padre le asestó un fuerte golpe salvador que lo lanzó al interior de su cuarto y lo hizo sangrar en abundancia. La puerta fue cerrada con el bastón, y por fin todo volvió a la calma.