1. Alicia del Buceo

Alicia del Buceo

Germán era joven cuando le ocurrió un hecho que lo marcó para el resto de su vida. Una madrugada, cuando se disponía a llegar a su casa en el alejado barrio del Buceo de Montevideo, característico por su pequeño puerto, el museo Oceanográfico y su cementerio, vio a una joven de aspecto formal. Algo asombrado por encontrar a la muchacha a esa hora de la noche, se acercó y le preguntó si le molestaba que la acompañara. Ella le contestó que no.

En el camino ella le contó que se llamaba Alicia y que era estudiante de música y él, a su vez, le comentó que trabajaba en un diario. Pronto llegaron a una casa importante y se detuvieron ante un gran portón de hierro. Ella se despidió amablemente y agradeció la compañía. El joven regresó a su casa y se quedó pensando sobre la muchacha y la presencia de ella en un lugar tan desolado del barrio.

Los encuentros se repitieron por varias noches. En una de esas ocasiones se animó y la invitó a bailar. Al principio ella se negó pero finalmente aceptó la invitación. A la salida del baile, ya entrada la madrugada, hacía mucho frío por lo que Germán le colocó sobre los hombros un abrigo que llevaba y la despidió como todas las noches.

La madre del chico advirtió que su hijo se estaba encariñando con la muchacha y le sugirió que la invitara a encontrarse en otras circunstancias más favorables. Fue así que Germán decidió proponerle a Alicia pasear por el parque un sábado por la tarde. Él concurrió puntualmente a la cita. Aunque la esperó durante mucho rato Alicia nunca apareció. 

Se preocupó mucho por esta situación y decidió ir hasta la casa a la que acompañaba todas las noches. Tocó a la puerta. Lo atendió una señora y él le dijo que quería hablar con Alicia. Sin decir nada la mujer lo hizo pasar y le pidió que esperara. Una vez adentro Germán vio un piano y sobre él un retrato de la chica a la que él había estado acompañando todas las noches. De pronto apareció una señora mayor que se presentó como la madre de Alicia. 

"Quedé de encontrarme con su hija esta tarde, pero ella no concurrió a la cita", le dijo Germán.

 "Es muy difícil que ella pueda ir a esa cita", le contestó la mujer. "Mi hija está muerta. Falleció hace tres años cuando regresaba de su clase de piano. La atropellaron en la rambla”. 

"Pero ¿cómo?", le dijo Germán."Ayer mismo me encontré con ella, no puede ser". "Pero es así", le dijo la mujer. "Su tumba se encuentra en el cementerio del Buceo”. La señora le dio indicaciones precisas del lugar y le sugirió que fuese. 

Germán salió de la casa muy confundido. No dejaba de pensar en lo que le habían informado minutos antes. 

“No puede ser, esa mujer está loca", se decía a sí mismo. Pero a pesar de todo se dirigió al cementerio. Ingresó y caminó bastante hasta que vio algo que le pareció familiar. Su sorpresa fue total al ver que su abrigo se encontraba encima de la lápida de Alicia.