CONSECUENCIAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

1. El precio de la derrota

Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945”, de Joseph Fontana. Ed. Pasado y Presente 2011

Cap.1 El precio de la derrota: el castigo de los dirigentes de J. Fontana.

“Poco a poco, las sentencias de los tribunales fueron reducidas o cambiadas por las autoridades militares norteamericanas .Por el juicio realizado en setiembre de 1947 y abril de 1948 contra 24 jefes y oficiales de las SS, responsables de atrocidades ,4 de los condenados fueron ejecutados en 1951 pero los demás eran libres en 1958.

Los Tribunales alemanes fueron más bondadosos que los aliados, la mayoría de quienes asesinaron en masa, en el este durante la segunda guerra fueron acusados ni condenados.

El número de los nazis que lograron escapar a España, América del sur en algunos casos con ayuda de la Iglesia católica, adoptaron identidades falsas o se ofrecieron a colaborar con los vencedores fue mayor que el número de los castigados.

El ejército norteamericano tenía una organización que colaboró con los escapes a cambio de servicios.

El ejército británico escondió a una división de Ucranianos y trasladó a más de 7 mil de estos, a Gran Bretaña en 1947, donde fueron utilizados para el trabajo agrícola, de allí, muchos fueron a EEUU entre 1950 y 1955 para ser utilizados por la CIA.

Los franceses reclutaron a antiguos integrantes de las SS y los enviaron a Indochina para luchar contra los guerrilleros vietnamitas.

El mayor de los errores de estos juicios fue el de reducir la culpa de las atrocidades nazis a la acción de un pequeño grupo de líderes monstruosos, cuando la verdad es que fueron alemanes comunes los que ejecutaron día a día a centenares de miles de hombres, mujeres y niños.

En el caso del ejército, se aceptó el relato de que habían sido víctimas de la locura de Hitler y de las SS reduciendo así, el número de culpables de crímenes contra la humanidad.

Los mandos militares coincidieron con el Führer en sus ideas, aceptaron sus planes y colaboraron activamente.

Si los nazis juzgados fueron pocos, las amnistías fueron vaciando las cárceles.

Hans Globke, uno de los autores de Las leyes Raciales, no fue perseguido y ocupó cargos políticos ,en 1953 fue secretario de Estado en la Alemania Federal.

Tanto en Alemania como en Japón se puede afirmar, que el castigo fue para unos pocos, muchos culpables quedaron sin castigo.

En Japón luego de los juicios contra los jefes militares, los norteamericanos trabajaron en silenciar los crímenes de guerra- Mac Arthur prohibió que se publicaran los informes en que George Weller describía las inhumanas condiciones de vida en los campos de prisioneros japoneses-y ocultaron toda información sobre el saqueo de las riquezas de los países ocupados.

En el tratado de paz que se firmó en 1951 en San Francisco se liberó a los japoneses del pago de indemnizaciones por los saqueos, destrucciones y el trabajo esclavo realizado por los prisioneros de guerra y las mujeres que durante la guerra habían sido obligadas a ejercer la prostitución para el ejército.

En relación a eso se hicieron pactos secretos en los que al parecer los japoneses se comprometían a costear las bases americanas y a permitir la entrada en sus puertos de barcos norteamericanos con armamento nuclear.

Uno de los casos más terribles de impunidad fue el de los industriales alemanes y japoneses, responsables de aliarse con sus gobiernos y de aprovechar el trabajo esclavo de los campos de concentración y de prisioneros de guerra.

En Alemania se cometieron horrores como el extermino de población por hambre y malos tratos a los hijos de las prisioneras extranjeras.

Por ejemplo el caso de las mujeres obligadas a trabajar en la fábrica de Volkswagen, donde 365 hijos de mujeres ucranianas y polacas murieron en lo que se llamó la guardería de la muerte en Rúen.

Una jefa de enfermeras que allí trabajo fue condenada a muerte, y su pena se redijo a 8 años y volvió a su puesto de trabajo.

Alfred Krupp condenado a doce años de cárcel, cumplió solo 3 y recuperó toda su riqueza e industria.

Otto Ambros, uno de los dirigentes de IG. Farben, asociada a los crímenes de explotación de Auschwitz, recuperó su lugar en la empresa y continuó como director de empresas en, s Alemania .En Japón el abuso de los industriales también fue terrible, en la explotación de los prisioneros de guerra,

Hoy las empresas aún no reconocen la utilización de los prisioneros para el trabajo esclavo, se niegan a indemnizar a los sobrevivientes, como por ejemplo Mitsubishi.

Se ocultó el drama de “las prostitutas de guerra”: miles de mujeres en su mayoría Coreanas y Chinas, fueron convertidas en esclavas sexuales de los soldados japoneses.

Criminales como el General Ishi Shiro, que dirigió experimentos con seres humanos con prisioneros en Machuco.”