5. ¿Cuándo estamos frente a un problema metafísico?

 

  
 

Cuando hablamos de la propia existencia de las cosas: cuando no nos referimos a detalles particulares, a características accidentales, sino al hecho mismo de que existan. Cuando analizamos qué es lo que hace que las cosas sean, cómo nos damos cuenta cuándo una cosa es, cuál es el origen de la existencia de las cosas, para qué existen las cosas, cómo podemos distinguir lo que es de lo que no-es. Ejemplo: La Física se pregunta: ¿de qué elementos está compuesta la materia? Pero podemos ir más allá y preguntarnos ¿qué es lo que determina que la materia exista? ¿Cómo podemos fundamentar que la materia existe? ¿Cuál es el origen de la existencia de la materia? Así, ya estaríamos adentrándonos en problemas metafísicos. Además de tener por objeto de estudio la realidad, el ser o la existencia de las cosas, como toda disciplina filosófica, para que el discurso sea verdaderamente metafísico debe ser racional, estar basado en razonamientos y argumentos sólidos, estar desprovisto de fe y prejuicios, apuntar a un análisis reflexivo de los supuestos a estudiar. Por eso muchos de los discursos que diariamente se nos presentan como metafísicos (discursos religiosos, de autoayuda, etc.) no lo son: fundamentalmente porque están basados en la fe y no en la búsqueda racional de conocimiento acerca de la existencia de las cosas. Debemos tener mucho cuidado en no confundir lo que vulgarmente llamamos “metafísica” con lo que en filosofía entendemos por ella.